El arte de la carne asada: cómo Tamaulipas convirtió el cabrito en un ícono de identidad regional
6/4/20251 min read


Tamaulipas, México — En el corazón del noreste mexicano, donde el fuego y la tradición se entrelazan en cada reunión familiar y festividad popular, el cabrito asado se ha consolidado como una expresión culinaria y cultural profundamente arraigada en la identidad tamaulipeca. No se trata solo de un platillo, sino de un ritual que habla de pertenencia, herencia y comunidad.
El cabrito, cocinado lentamente al carbón, representa una herencia ganadera y mestiza que ha evolucionado desde los antiguos métodos de preparación del norte novohispano hasta convertirse en un símbolo contemporáneo de hospitalidad y orgullo regional. En cada municipio, desde Reynosa hasta Ciudad Mante, asar un cabrito implica mucho más que técnica: es un acto social, un arte que se transmite de generación en generación.
Las parrillas de hierro forjado, las brasas alimentadas con mezquite, y el meticuloso acomodo de la carne, reflejan una sabiduría empírica que los tamaulipecos han perfeccionado a lo largo del tiempo. La marinación con especias locales, el respeto por los tiempos de cocción y la compañía obligada de tortillas de harina, frijoles charros y salsa de molcajete completan un cuadro culinario que va más allá del sabor.
"El cabrito nos representa porque mezcla nuestras raíces rurales con la calidez del norte", afirma Don Ernesto Villarreal, parrillero con más de 40 años de experiencia en San Fernando. "Aquí, cada asado es una celebración de lo que somos."
Festivales como la Feria del Cabrito en Hidalgo o encuentros gastronómicos en Matamoros han ayudado a proyectar este emblema local a nivel nacional e incluso internacional. Tamaulipas, tierra de contrastes y frontera viva, ha sabido convertir una receta ancestral en una bandera cultural, posicionando al cabrito como patrimonio no oficial de su gente.
Así, entre brasas, historias y el inconfundible aroma a carne asada, Tamaulipas continúa cultivando una tradición que alimenta el cuerpo y enaltece el alma.